
Cierta vez preguntaron a una madre cuál era su hijo preferido, aquel que ella más amaba. Y ella, dejando entrever una sonrisa, respondió: Nada es más voluble que un corazón de madre. Y, como madre, le respondo: el hijo predilecto, es aquel a quien me dedico de cuerpo y alma.
Es mi hijo enfermo, hasta que sane, el que partió, hasta que vuelva.
El que está cansado, hasta que descanse, el que está con hambre, hasta que se alimente.
El que está con sed, hasta que beba, el que está estudiando, hasta que aprenda.
El que está desnudo, hasta que se vista, el que no trabaja, hasta que se coloque.
El que se enamora, hasta que se case, el que se casa, hasta que conviva.
El que es padre, hasta que los críe, el que prometió, hasta que cumpla.
El que debe, hasta que pague, el que llora, hasta que calle.
Y ya con el semblante bien distante de aquella sonrisa, completó:
El que ya me dejó… …hasta que lo reencuentre…
Algunas veces me pregunto por qué la mayoria de las mujeres quieren ser madres. Aqui encuentro una de las posibles razones: la entrega en cuerpo y alma a una persona. Y como diría Gandhi "Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa”.
Con esa entrega conseguimos ser mejores personas, a la vez que ennoblece nuestros sentimientos. A todo ello creo que hay que unir nuestro instinto animal de protección, que está tatuado a fuego en nuestra alma de mujer.
Me encantará saber tu opinión
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